Desde que
empezamos a barajar la posibilidad de ir a por este último tratamiento, notaba
que algo había en mi que estaba como quebrado.
Cada día
luchaba un poco conmigo misma para convencerme de que el milagrito no es tan
milagrito, que es una cosa normal que le sucede a casi todas las personas del
planeta y por qué no, a mí también.
Las explosiones
emocionales empezaron a llegar sin aviso previo y eso me asustó un poco. Soy
una persona a la que le gusta estar alegre, y soy muy celosa de mis
sentimientos profundos. No suelo contar cómo me siento y poca gente sabe
realmente todo lo que estamos pasando con este proceso. Aún así, estos últimos
días tenía una necesidad imperiosa de ponerme a llorar en cualquier momento, he
tenido que cerrar ojos y respirar unas cuantas veces en ocasiones donde ponerme
a llorar hubiese sido mear totalmente fuera de tiesto...
Sin ir más
lejos, el otro día en el trabajo tuve una enganchadita tonta con una compañera
por una chorrada sin importancia. En otro momento ni hubiese contestado porque
en parte también tenía razón con lo que me decía. Pero ella también tenía un
mal día y me habló bastante mal. Cuando se fue del aula, tuve que apartarme
porque veía que estaba llegando el momento... Mi compañera flipaba. “Pero si
seguro que no lo ha dicho con mala fe mujer...” Pasé de la rabia al llanto en
cero coma. Y nada, empecé a las 12 del mediodía, y no pude parar hasta las 19
de la tarde. Tuve que irme del trabajo porque no podía parar. Literalmente. Yo
que no soporto el victimismo, que salía de las dificultades con una facilidad
que me sorprendía hasta a mí... yo, que cuando aconsejo siempre lo hago desde
el humor y el optimismo... ¿¿¿¿dónde estaba yo?????
Eso me hizo
pensar que quizás ir a la psicóloga no me iría mal, necesitaba que alguien
descodificara tanta pena.
Ayer fue el
primer día. Y la verdad es que fue genial, salí de allí aceptando que lo que me
está pasando es totalmente normal, y que debo permitirme sentir dolor, porque
este proceso es muy doloroso.
Pero también me
habló del optimismo y de su poder. De cómo una postura confiada hace que la
vida también se porte mejor. Me hizo recordar conflictos del pasado de los que
he salido sonriente, y de cuáles eran mis herramientas para que eso fuera así.
Y descubrí que simplemente no estaba enfadada con la vida. Confiaba
y eso me dejaba fluir, me permitía vivir sonriente en una vida que me parecía muy
bonita.
Una vida que estos últimos años me ha parecido de lo más injusta y
cruel.
Y aquí está
quizás el kit de mi cuestión... Me habló de que cuando el hombre construyó la
primera barca de la historia, probó con todos los materiales que tenía al
alcance. Y SE QUEDÓ CON LOS QUE SÍ QUE FLOTABAN. Imagina que se hubiese estado
lamentando con cada cosa que encontraba que NO flotaba... Jamás hubiese tenido
fuerza para construir una barca que saliera a flote... no??